Dess Dermondy: música que observa y abraza
- Diana

- hace 45 minutos
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Hay proyectos que nacen con la intención de cruzar fronteras, no solo geográficas sino emocionales. Dess Dermondy es uno de ellos. Desde Estados Unidos, este proyecto musical se presenta con una convicción clara: la música puede conectar con personas de cualquier lugar. Esa certeza se refleja en su búsqueda de expandir su audiencia internacional a través de plataformas como Groover, pero sobre todo se percibe en la manera en que sus canciones se construyen como puentes.
El tema Watching from the Chair es una pieza que se escucha como si alguien estuviera narrando desde la quietud, observando el mundo con una mezcla de distancia y ternura. La canción no se apoya en artificios grandilocuentes, sino en una atmósfera contenida que invita a la escucha atenta. La voz se despliega con un timbre cercano, casi confesional, y el acompañamiento instrumental se mantiene sobrio, como si quisiera dejar espacio para que las palabras respiren.
Lo más cautivador es la sensación de perspectiva. El título sugiere una posición de espectador, alguien que observa desde un asiento, y la música traduce esa imagen en sonido. Los acordes se sostienen con calma, las frases vocales se deslizan con naturalidad, y el oyente se convierte en cómplice de esa mirada. Es un tema que no busca el impacto inmediato, sino la resonancia lenta, la huella que queda después de escucharlo.
Dess Dermondy no se limita a crear canciones, sino que plantea un gesto de apertura. La declaración de que su música puede conectar con personas “across borders” no es un eslogan, es una invitación. En tiempos donde la saturación sonora puede volver todo desechable, este proyecto propone lo contrario: detenerse, escuchar, compartir.
Para quienes disfrutan descubrir música nueva y auténtica, acercarse a Dess Dermondy es entrar en un espacio donde la sencillez se vuelve poderosa. Watching from the Chair es un ejemplo perfecto: una canción que observa, que acompaña, que recuerda que la música puede ser un lugar de encuentro silencioso pero profundo.
Dess Dermondy nos recuerda que a veces basta con una silla, una voz y un acorde para sentir que estamos conectados.










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