Capricore deslumbra con “Smile”, un sencillo que combina melancolía gótica y energía glam en un retrato sonoro del amor y sus contradicciones.
- Diana
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Desde Auckland, Nueva Zelanda, Capricore se ha convertido en una de las bandas más intrigantes de la escena alternativa reciente. Su irrupción en 2023 con una serie de presentaciones en vivo por la Isla Norte de Aotearoa dejó claro que no eran un grupo más en el circuito underground. Al año siguiente confirmaron su potencial con dos sencillos, Dreamer y J.A.F.A., este último alcanzando el número uno en las listas neozelandesas. Con apenas un par de lanzamientos, ya se hablaba de ellos como una versión contemporánea de Split Enz, aunque con un filtro alternativo que los hace inconfundibles.
Su nuevo sencillo, “Smile”, lanzado el 31 de octubre, es un paso firme hacia la consolidación de esa identidad. La canción se presenta como una balada indie rock teñida de oscuridad gótica, con claras influencias de los años ochenta. En ella conviven la introspección melancólica de The Cure con la teatralidad de David Bowie, logrando un sonido que resulta a la vez nostálgico y sorprendentemente actual.
El tema se mueve en un vaivén emocional: comienza con un aire íntimo, casi confesional, y poco a poco se abre hacia un estallido eufórico que captura la intensidad del enamoramiento. Esa dualidad entre lo vulnerable y lo caótico es el corazón de la canción. La voz se desliza entre la fragilidad y la exaltación, mientras las guitarras y los sintetizadores construyen un paisaje sonoro que oscila entre lo onírico y lo explosivo.
Lo más fascinante de “Smile” es cómo logra equilibrar lo teatral con lo auténtico. Capricore no teme exagerar, jugar con la ironía o incluso burlarse de sí mismos, pero al mismo tiempo transmiten una seriedad emocional que impide que la canción se convierta en simple artificio. Esa tensión es parte de su encanto: son capaces de ser comerciales y experimentales a la vez, accesibles y desafiantes en la misma medida.
La crítica ha descrito su estilo como “clowns with hand grenades”, una metáfora que captura bien la experiencia de escucharlos. Hay humor y desenfado, pero también una intensidad que puede estallar en cualquier momento. En “Smile” esa mezcla se traduce en un tema que invita tanto a la contemplación como al movimiento, un himno para quienes entienden que el amor es tan caótico como luminoso.
Más allá de la canción en sí, “Smile” confirma que Capricore está construyendo un camino propio dentro de la música neozelandesa. Su capacidad para dialogar con la tradición del rock local, inspirándose en figuras clásicas pero filtrándolas a través de un lente alternativo y contemporáneo, los convierte en una propuesta que trasciende fronteras.
Con “Smile”, Capricore demuestra que su búsqueda de extremos no es un capricho, sino una declaración artística. La canción es un viaje entre la penumbra y la euforia, un recordatorio de que la música puede ser tan contradictoria y fascinante como el amor mismo.






